LOS JUEGOS OLÍMPICOS, EL TÍBET Y EL SILENCIO DE ALGUNOS BLOGGERS CHILENOS
Es triste que la historia se repita. En Berlín, 1936, Hitler monopolizó unos juegos olímpicos para tratar de publicitar su cacareada raza aria. Hoy, 29 de abril de 2008 una dictadura comunista que no respete los más elementales derechos humanos (recordemos Tiananmen) o laborales (explotación laboral infantil, jornadas maratónicas) pretende ganar el espaldarazo internacional gracias a los juegos olímpicos, reconvertidos en farsa mundial. Es extraño que la filosofía del corazón, en especial nuestro insigne maestro, haya permanecido mudo ante el lamentable ataque al pueblo tibetano y la censura a los medios de comunicación. Sin embargo, no es tan extraño cuando repasamos la historia de ACHUV, su ausencia de estatutos y la falta de democracia digital. Nunca fue el maestro partidario de que su cargo fuera ratificado por la plebe, convirtiéndose en el primer "Yo, el supremo" de la ciber-esfera chilena. Triste, pero veraz.
Más esperanzas habíamos depositado en esa rabiosa generación de gente tolerante -ignorante de la gramática y de la sintaxis, pero más receptivos a la crítica- reunida bajo las siglas de blogópolis, sin embargo también ellos callaron, y sus plumas dispersaron las tintas hacia otros lares mientras el pueblo tibetano derramaba su sangre por la libertad. A nadie en el panorama blogger chileno le preocupó la opresión que sufre este pacífico pueblo. A nadie, ni al maestro del corazón le importa el Tíbet. El maestro solo enfoca sus libidinosos ojos, y su presbicia, liberando las babas del hambriento, hacia el glamour de París Hilton, aunque ella nunca le dedicará ni un segundo de su atención. Triste, lamentable espectáculo.
Recordáis a Chamberlain, el inefable ministro británico que después de claudicar ante Hitler, se vanagloriaba de haber traído la paz de su tiempo, sin embargo, todo Chamberlain, lease todo maestro del corazón, tiene su Churchill que le responda que quien cambia paz por indignidad, pierde la honra y no gana la paz.
Así hablaron los Pinkerton